martes, 16 de agosto de 2011

Una vez se prolongó un pequeño hecho tantas veces que cuando se desencadenó en arrasamiento, se soplaron unas velas en el Himalaya (Vaya saber en qué sitio exacto) y este hecho se siguió sucediendo, solo que en orden y color inversos... En el mismo sitio, bajo las mismas condiciones... Fue como si se hubiese comenzado a cumplir un mandato ineludible, irrefutable, inevitable. Las leyes que rigen las condiciones de la realidad de pronto se mostraron sorprendidas con aquellos movimientos del tiempo en forma de hecho...


El hecho en cuestión era el chasquido de cientos de miles de millones de palillos chinos en menos de un segundo, varias veces, por 10 siglos consecutivos.


Así que mientras esos 10 siglos se iban desgajando en pequeñas células temporales, el embrión que sostenía la "eternidad de los instantes" se iba achicando, hasta quedar del tamaño de una pequeña onda sonora...


-Todo esto por pretender cambiar el modo en que la cadena de acontecimientos se suceden uno después de otro, como consecuencia de éste último... ¿Qué hacer?- Pregunté después de escribir.
-Me parece insano y peligroso pretender que estemos siquiera entendiendo de lo que estamos hablando... No podemos entender nada de lo que está pasando. Si... Los malditos palillos chinos esos nos jodieron... Pero nadie sabe por qué... Solo sabemos que el tiempo conserva por menos tiempo el instante que alberga y que la compresión de los acontecimientos en algún momentoseráinevtableynohbrásalvaci´n

-Iniciodecompresióndelinstanteactivado-

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